El vacío está cargado de contenido, o mejor dicho, de un contenido arrojado al vacío mismo. En él convergen diversas perspectivas, permite acelerar de manera abrupta la imaginación para llenarlo con el pensamiento de quien interviene en la obra. Esta es una propuesta interactiva en el momento en que invita al espectador a sumergirse en ella, para poder pensar de donde proviene ese vacío, tarea que indefectiblemente lo llevará a volcar el contenido de su imaginación en la obra, repitiendo el proceso mediante el cual la carga de contenido de la misma se escapa hacia la ausencia otra vez.
¿Cómo se construye la imagen del vacío?
¿Es el vacío un lugar? ¿Un espacio emocional? ¿Una ausencia total? ¿Un tiempo para lanzar una idea hacia el espejo de agua de nuestra memoria? De estos interrogantes surge un ensayo compuesto por siete fotografías, concebidas como una serie de paisajes incompletos para interactuar con la memoria y la creatividad del espectador. La imagen del vacío, podríamos decir, la construimos a base de ausencia, de fragmentos, emociones, colores, temperaturas, luces y sombras. Un juego de composición y construcción conceptual. El vacío en nuestra era, en la que leemos estas líneas a través de un brillo dañino y adictivo, fugaz y eterno como nuestro espíritu.
Ahogado en el espejo
El olvido sentado
Esperando las flores
Entre los juegos del pasado
Hoy nadie está en la mesa
Y un deseo silvestre
Confirma mi falta de aire
Mariano Cicero
